Aprender y divertirse, al mismo tiempo, es posible para los niños si los padres o maestros se valen de fábulas populares. Esos cuentos breves frecuentemente usan objetos inanimados o animales con características humanas para añadir creatividad a los acontecimientos. Por medio de estos cuentos, se critican comportamientos o actitudes negativos y se transmiten valores o cualidades.
Mejores fábulas populares
Las enseñanzas transmitidas mediante algunas fábulas populares siguen siendo muy útiles en el mundo actual, aunque fueron escritas hace mucho tiempo. Esas historias son consideradas las mejores fábulas del pasado, el presente y el futuro. Cada una deja una enseñanza particular que conviene repasar para ponerla en práctica en el diario vivir.
El oro y las ratas
“Había una vez un mercader que debió emprender un viaje muy largo.
Antes de partir, dejó al cuidado de su mejor amigo un cofre lleno de monedas de oro.
Pasaron unos pocos meses y el viajero regresó a casa de su amigo a reclamar su cofre. Sin embargo, no se encontraba preparado para la sorpresa que le aguardaba.
—¡Te tengo muy malas noticias! —exclamó su amigo—. Guardé tu cofre debajo de mi cama sin saber que tenía ratas en mi habitación. ¿Quieres saber qué pasó exactamente?
—Claro que me interesa saber —replicó el mercader.
—Las ratas entraron al cofre y se comieron las monedas. Tú sabes, querido amigo, que los roedores son capaces de devorarlo todo.
—¡Qué mala suerte la mía! —dijo el mercader con profunda tristeza—. He quedado en la ruina por causa de esa plaga.
El mercader sabía muy bien que había sido engañado. Sin demostrar sospecha, invitó a su mal amigo a cenar en su casa al día siguiente. Pero al marcharse, entró al establo y se llevó el mejor caballo que encontró.
Al día siguiente, llegó su amigo a cenar y con disgusto dijo:
—Me encuentro de muy mal humor, pues el día de ayer desapareció el mejor de mis caballos. Lo busqué por todos lados, pero no pude encontrarlo.
—¿Acaso tu caballo es de color marrón? —preguntó el mercader fingiendo preocupación.
—¿Cómo lo sabes? —contestó el mal amigo.
—Por pura casualidad, anoche, después de salir de tu casa, vi volar una lechuza llevando entre sus patas un caballo marrón.
—¡De ninguna manera! —dijo el amigo muy enojado—. Un ave ligera no puede alzar el vuelo sujetando un animal tan fornido como mi caballo.
—Claro que es posible —señaló el mercader—. Si en tu casa las ratas comen oro, ¿por qué te sorprende que una lechuza se robe tu caballo?
El mal amigo, muy avergonzado confesó su crimen. Y fue así como el oro volvió al dueño y el caballo al establo.”
Moraleja: Quienes engañan a otros terminan siendo engañados.
El canto del grillo
“Había una vez, hace mucho, mucho tiempo, en una pequeña aldea de Guatemala, un grillo solitario que vivía bajo la sombra de un árbol. El grillo era feliz cantando de noche y de día, pues sabía que su canto alegraba las vidas de los aldeanos.
Las mujeres, los hombres y los niños no necesitaban encender la tele o escuchar la radio para conocer el estado del tiempo; el variado repertorio del grillo era un mensaje directo de la naturaleza. Este anunciaba los días de sol y de lluvia, los vientos desencadenados y hasta los terremotos.
Los aldeanos se maravillaban con las proezas del grillo y comenzaron a adularlo:
—¡Qué hermoso cantas! ¡Qué necesario eres! ¡Sin ti no seríamos felices! —le decían al unísono.
Fue entonces, que el grillo comenzó a sentirse más importante que los demás:
—Mi canto no solo es hermoso, sino también necesario —pensó—. ¿Qué hago en un lugar tan pequeño y remoto como esta aldea en medio de la nada? ¡Debo encontrar una mejor audiencia! Ya lo sé, le cantaré al mar, al enorme e infinito mar.
El grillo empacó todas sus cosas y se dirigió hacia el mar apenas despidiéndose de los aldeanos.
El viaje fue muy largo y tomó muchísimos días. Pero comenzó a cantar tan pronto se acercó a la orilla. Sin embargo, el mar cantaba su propio canto y nunca se detenía.
El canto del mar era muy fuerte y ahogaba el cantar del pequeño insecto.
El grillo insistió en su canto por mucho tiempo, hasta comprender que su cantar nunca superaría el canto del mar:
—Regresaré a la aldea, no tendré una gran audiencia, pero mi canto es apreciado por todos —se dijo.
Al regresar no encontró lo que esperaba: sin su canto las mujeres y los hombres no sabían cuándo sembrar y cosechar. En tiempos de lluvia los niños llegaban empapados a sus casas, pues no empacaban sus sombrillas. La aldea era un lugar sombrío y triste.
En ese momento el grillo comenzó a cantar. Las mujeres, los hombres y los niños fueron felices de nuevo. También lo fue el grillo al saber que su canto era en realidad importante.”
Moraleja: A veces, la audiencia no es grande pero el propósito es enorme
El zorro y el armiño
“Un zorro comía plácidamente cuando un elegante armiño pasó junto a él.
— ¿Te apetece un poco de mi comida? —preguntó el zorro.
— No, gracias —respondió el armiño con tono airoso—, yo ya comí.
—¡Ja, ja, ja! —rio el zorro—. Ustedes los armiños son los animales más engreídos del mundo. Prefieren dejar de comer antes que mancharse el pelaje.
En aquel momento llegaron unos cazadores. El zorro, como un rayo, se refugió bajo tierra, y el armiño, no menos rápido que el zorro, corrió hacia su madriguera.
Pero había llovido y la madriguera estaba inundada; el armiño, para no mancharse con el fango, titubeó y se detuvo. Los cazadores lo atraparon al instante.”
Moraleja: Nadie debería dejar que la vanidad lo aleje de lo más importante
El león y el mosquito
“Un león descansaba bajo la sombra de un frondoso árbol cuando un mosquito pasó zumbando a su alrededor. Enfurecido, el león le dijo al mosquito:
—¿Cómo te atreves a acercarte tanto? Vete, o te destruiré con mis garras.
Sin embargo, el mosquito era muy jactancioso y conocía bien sus propias habilidades y las ventajas de su diminuto tamaño.
—¡No te tengo miedo! —exclamó el mosquito—. Puedes ser mucho más fuerte que yo, pero tus afilados dientes y garras no me harán el menor daño. Para comprobarlo, te desafío a un combate.
En ese momento, el mosquito atacó al león picándolo en la nariz, las orejas y la cola. El león, aún más enfurecido a causa del dolor, intentó atrapar al mosquito, pero terminó lastimándose gravemente con sus garras.
Lleno de orgullo, el mosquito comenzó a volar sin mirar hacia a donde iba. Fue de esta manera que tropezó con una telaraña y quedó atrapado entre los hilos de seda. Entonces, se dijo entre lamentos:
– Qué triste es mi final; vencer al rey de todas las bestias y acabar devorado por una insignificante araña.”
Moraleja: Ninguna victoria es eterna.
El bufón y el campesino
“Un noble caballero no solo abrió un teatro sin cobrar la entrada, sino también anunció a todos que recompensaría generosamente a quien se le ocurriera el mejor acto de entretenimiento.
Varios artistas compitieron por el premio. Entre ellos se encontraba un bufón muy famoso en el pueblo por sus bromas. El bufón dijo que él tenía un acto de entretenimiento que jamás se había puesto en escena.
La noticia se difundió rápidamente generando un gran revuelo y el teatro estaba abarrotado. El bufón apareció solo en la plataforma sin ningún aparato o ayudante, y gracias a la expectativa, se produjo un gran silencio. De repente, inclinó la cabeza hacia su pecho e imitó con su voz el gruñido de un cerdo. Fue tan convincente su acto que la audiencia pensó que el bufón traía un cerdo debajo de su capa y exigió que se la quitara. El teatro se inundó de aplausos cuando se quitó la capa y no encontraron nada debajo de ella.
Un campesino en la multitud, sintiéndose inconforme con lo visto dijo:
—¡Por Hércules que este bufón no me va a vencer con ese truco!
De inmediato proclamó que haría lo mismo al día siguiente, aunque de una manera más sencilla.
Al día siguiente, una multitud aún más grande se reunió en el teatro, pero era evidente que la audiencia prefería al bufón y solo quería ridiculizar al campesino antes que ver el espectáculo. Ambos artistas se presentaron en el escenario. El bufón gruñó y chirrió primero y obtuvo como en el día anterior, los aplausos y ovaciones de los espectadores.
A continuación, el campesino comenzó su acto pretendiendo que tenía un pequeño cerdo debajo de su capa (cosa que en verdad hizo). Sin la sospecha del público, se las arregló para halarle la oreja al animal. El halón de oreja hizo que el cerdo oculto gruñera y chirriara. La multitud, sin embargo, decidió que la imitación del bufón era mucho más exacta y pidió a gritos que el campesino fuera expulsado del teatro.
En esto, el campesino sacó al pequeño cerdo que traía en su capa y lo mostró a todos como evidencia del error y les dijo:
—Miren todos, esto demuestra el tipo de jueces que son.”
Moraleja: Hay que saber distinguir entre lo real y lo falso.
Beneficios de las fábulas
Los padres que se preocupan por sus hijos se esfuerzan por impartirles una enseñanza apropiada, desde que son muy pequeños. Esta enseñanza incluye la importancia de mostrar cualidades como la honradez, la lealtad, el compañerismo y la solidaridad. Las fábulas son un medio muy eficaz para que puedan transmitir estos valores, que los ayudarán a desarrollarse.
A través de historias cortas y con personajes que atraen su atención, los niños captan rápidamente sus moralejas. Además de los beneficios ya mencionados, las fábulas populares estimulan la lectura y fomentan la reflexión sobre cosas positivas. También ayudan a los pequeños a que desarrollen su creatividad y puedan mejorar su capacidad de retención o memoria.
Enseñan valores
Los valores son muy importantes, ya que les permiten a los niños tener un buen desempeño en la sociedad. Además, contribuye a que fomenten buenas relaciones con otros, ayudándolos en su bienestar emocional y físico. Gracias a esos valores podrán distinguir entre lo que es impropio o no, es decir lo que es correcto e incorrecto.
Con el uso de fábulas populares, de una forma sencilla y didáctica, los padres guiarán a sus hijos en el camino debido. Así podrán manifestar bondad, generosidad, humildad, empatía y comprender que deben trabajar duro para obtener lo que quieren.
Estimulan a leer
Por lo general, a las personas les llama más la atención el contenido audiovisual, como películas o videos. En el caso de los niños es así también pero el uso de fábulas puede lograr estimularlos a leer. Al ser relatos breves e incluir personajes pintorescos, como los animales que hablan, llaman la atención de los niños.
Cuando los padres o maestros les leen estas populares fábulas cortas, incentivan en los pequeños el provechoso hábito de leer.
Fomentan las reflexiones
Todas las fábulas contienen enseñanzas o moralejas, de hecho esa es una de las características que destaca en ellas. Esto es muy importante, porque permite que las personas reflexionen o piensen sobre las conductas reflejadas por los personajes. Pueden llegar a diferenciar cuáles de ellos actuaron bien y quiénes no lo hicieron, para pensar a cuál imitar.
Así mismo, estimulan la capacidad que tiene la gente para evaluar cierto tipo de conducta, con las consecuencias respectivas.
Promueven la creatividad
Los niños suelen tener mucha imaginación, algo que forma parte de la etapa infantil por la que están pasando. El uso que se les da en las fábulas populares de animales despierta en ellos esa imaginación, promoviendo la creatividad. El desarrollo de estos cuentos cortos, en ambientes o escenarios ficticios, pone a volar sus pensamientos imaginarios.
Además, fomenta en las personas de cualquier edad el amor por los animales y el deseo de cuidarlos. Esto contribuye a que se hagan responsables y traten con consideración a las mascotas que tienen al cuidado.
Mejoran la memoria
Las cosas que frecuentemente recuerdan las personas son aquellas que les agradan o les han gustado. Es por eso que las fábulas populares pueden ser recordadas con mucha facilidad, especialmente en el caso de los niños. El uso de personajes que les agradan permite que los recuerden con facilidad, mejorando su memoria.
Por supuesto, el hecho de que sean relatos cortos también ayuda a que puedan ser memorizados sin problemas. A medida que puedan recordar varias fábulas, van desarrollando la capacidad de retención.
Aplican a todos
Al hablar de fábulas populares, algunas personas pudieran pensar que son relatos infantiles que solo aplican a los niños. Sin embargo, las enseñanzas, valores y principios que allí se exponen aplican a todos, sin importar la edad que tengan. Son lecciones que, al aplicarlas en el diario vivir, benefician a todos lo que componen la sociedad humana.
Aprendizaje y conclusiones
El incentivo que proporcionan las fábulas populares para que la gente se aplique más a la lectura y meditación es de gran valor. Además, el uso de cosas inanimadas y animales que actúan y hablan, le añade diversión y color. Sin embargo, eso no resta importancia a sus enseñanzas.
Por ello, pueden ayudar a los padres y maestros a dar una buena educación a sus hijos, enseñándoles principios prácticos. De hecho, cualquiera puede aprender sobre la honradez, la paciencia, el esfuerzo, la solidaridad y otras cualidades con fábulas populares.