Mejores Fábulas para Niños Infantiles
Enseñar valores a los más pequeños de la familia es mucho más sencillo y eficaz al usar fábulas para niños infantiles. Esas historias transmiten de forma creativa mensajes profundos que son fáciles de entender y asimilar. Para sacarles provecho, los padres y/o maestros deberían conocer varias de ellas y las moralejas que encierran para cada persona.
Fabulas para niños infantiles cortas
El hecho de que las fabulas para niños infantiles sean cortas contribuye a que los infantes no pierda interés en ellas. Usualmente, para captar más la atención, involucran a animales que son humanizados al pensar, sentir y/o hablar. A pesar de ser simples y breves, ayudan a los niños a imaginar y aprender de forma divertida y memorable.
Aunque muchos piensan que las fábulas son sólo para niños, no es así. Todos los seres humanos que están en la etapa de crecimiento pueden beneficiarse, sobre todo los adolescentes.
La lechera y su cántaro
Había una vez una joven lechera que caminaba con un cántaro de leche para vender en el mercado del pueblo. Mientras caminaba pensaba en todas las cosas que haría con el dinero de la venta:
—Cuando me paguen —se dijo—, compraré de inmediato unas gallinas, estas gallinas pondrán muchísimos huevos y los venderé en el mercado. Con el dinero de los huevos me compraré un vestido y zapatos muy elegantes. Luego, iré a la feria y como luciré tan hermosa, todos los chicos querrán acercarse a hablar conmigo.
Por andar distraída con sus pensamientos, la lechera tropezó con una piedra y el cántaro se rompió derramando toda la leche. Con el cántaro destrozado se fueron las gallinas y los huevos; también el vestido y los zapatos.
Moraleja: Tener sueños y hacer planes no está mal, pero esas cosas no deben apartar o desviar la atención de la actual realidad.
El águila y los gallos
Dos gallos reñían a diario por el dominio del gallinero. Un día, uno de los gallos venció al otro y lo obligó a esconderse en un matorral.
No contento con haber desterrado a su rival, el gallo vencedor se subió a lo alto del gallinero extendiendo sus alas, mientras cantaba con todas sus fuerzas para contarle al mundo su victoria. Un águila que volaba cerca escuchó al jactancioso gallo y se abalanzó sobre él, atrapándolo con sus garras.
El gallo derrotado vio todo desde el matorral, regresó al gallinero y se quedó con todas las gallinas.
Moraleja: El éxito no debe ser presumido, porque otros individuos querrán arrebatarlo y hasta podrían lograrlo. Siempre es mejor mostrar humildad, incluso al ganar, porque no se sabe qué pasará luego.
El caballo y el asno
Había una vez un hombre que tenía un caballo y un asno. Una tarde, cuando iban de camino a la ciudad, el asno, muy agotado por llevar toda la carga le dijo al caballo:
—Por favor, amigo, tú no llevas nada, ayúdame con una pequeña parte de esta carga.
El caballo, siendo muy egoísta, se hizo el sordo.
En la mitad del camino, el asno se desplomó víctima de la fatiga. El dueño le echó toda la carga al caballo, incluyendo al asno enfermo. El caballo, suspirando dijo:
— ¡Qué mala suerte tengo! Por no haber querido ayudar, ahora tengo que cargar con todo y hasta con el asno.
Moraleja: Hay que ayudar al prójimo cuando lo necesitan porque, en algún momento, todos requieren de apoyo. Quien se niega a ayudar a otros solo se perjudica a sí mismo.
Fábulas para niños infantiles de primaria con moraleja
Los niños de primaria no necesariamente dejan de estar interesados en las fábulas para niños infantiles. Por lo tanto, esas historias entretenidas siguen siendo un medio útil para enseñar lecciones prácticas para la vida, como por ejemplo: el amor, la compresión, el respeto y otros valores importantes.
Tío tigre y tío conejo
Una calurosa mañana, se encontraba Tío Conejo recolectando zanahorias para el almuerzo. De repente, escuchó un rugido aterrador: ¡era Tío Tigre!
—¡Ajá, Tío Conejo! —dijo el felino—. No tienes escapatoria, pronto te convertirás en un delicioso bocadillo.
En ese instante, Tío Conejo notó unas piedras muy grandes en lo alto de la colina e ideó un plan.
—Puede que yo sea un delicioso bocadillo, pero estoy muy flaquito —dijo Tío Conejo—. Mira hacia la cima de la colina, ahí tengo mis vacas y te puedo traer una. ¿Por qué conformarte con un pequeño bocadillo, cuando puedes darte un gran banquete?
Como Tío Tigre se encontraba de cara al sol, no podía ver con claridad y aceptó la propuesta. Entonces le permitió a Tío Conejo ir colina arriba mientras él esperaba abajo.
Al llegar a la cima de la colina, Tío Conejo gritó:
—Abre bien los brazos Tío Tigre, estoy arreando la vaca más gordita.
Entonces, Tío Conejo se acercó a la piedra más grande y la empujó con todas sus fuerzas. La piedra rodó rápidamente.
Tío Tigre estaba tan emocionado que no vio la enorme piedra que lo aplastó, dejándolo adolorido por meses.
Tío Conejo huyó saltando de alegría.
Moraleja: La inteligencia y la astucia pueden llegar a ser más útiles que la fuerza y la rapidez para escapar de los problemas.
La gallinita roja
Érase una vez una gallinita roja que encontró un grano de trigo.
—¿Quién plantará este grano? —preguntó.
—Yo no —dijo el perro.
—Yo no —dijo el gato.
—Yo no —dijo el cerdo.
—Entonces lo haré yo —dijo la gallinita roja—. ¡Clo, clo!
Y plantó el grano de trigo y este creció muy alto.
—¿Quién cortará este trigo? —preguntó la gallinita roja.
—Yo no —dijo el perro.
—Yo no —dijo el gato.
—Yo no —dijo el cerdo.
—Entonces lo haré yo —dijo la gallinita roja—. ¡Clo, clo!
Y cortó el trigo.
—¿Quién llevará el trigo al molino para hacer la harina? —preguntó la gallinita roja.
—Yo no —dijo el perro.
—Yo no —dijo el gato.
—Yo no —dijo el cerdo.
—Entonces lo haré yo —dijo la gallinita roja—. ¡Clo, clo!
Llevó el trigo al molino y más tarde regresó con la harina.
—¿Quién amasará esta harina? —preguntó la gallinita roja.
—Yo no —dijo el perro.
—Yo no —dijo el gato.
—Yo no —dijo el cerdo.
—Entonces lo haré yo —dijo la gallinita roja—. ¡Clo, clo!
La gallinita amasó la harina y luego horneó el pan.
—¿Quién se comerá este pan? —preguntó la gallinita roja.
—Yo —dijo el perro.
—Yo —dijo el gato.
—Yo —dijo el cerdo.
—No, me lo comeré yo —dijo la gallinita roja—. ¡Clo, clo!
Y se comió todo el pan.
Moraleja: No se puede esperar una recompensa cuando no se colabora en el trabajo. Para recibir algo, hay que esforzarse constantemente por conseguirlo.
El hombre, el niño y el burro
Un hombre y su hijo se dirigían al mercado en compañía de un burro que tenían en venta. En el camino se encontraron con un campesino que les dijo:
—Amigos, ¿por qué caminan si tienen un burro que pueden montar?
Entonces, el hombre montó al niño en el burro y siguieron su rumbo. Pero pronto pasaron junto a un grupo de hombres y uno de ellos dijo:
—Miren a ese niño tan perezoso, deja que su padre camine mientras él monta el burro.
Al escucharlo, el hombre bajó al niño y se montó en el burro. No iban muy lejos cuando pasaron junto a dos mujeres; una de ellas le dijo a la otra:
—Mira a ese hombre tan egoísta, deja que su hijo camine mientras él monta el burro.
Abrumado por los comentarios, el hombre pidió nuevamente a su hijo que se subiera en el burro y ambos continuaron el viaje montados en el lomo del animal.
No tardaron en llegar al pueblo y los transeúntes comenzaron a reírse y señalarlos. El hombre se detuvo para preguntarles de qué se burlaban, los transeúntes respondieron:
—¿No les da vergüenza ponerle tanto peso a un pobre burro?
El hombre y el niño se bajaron del burro para pensar qué hacer. Pensaron y pensaron, hasta que finalmente cortaron un palo y ataron las patas del burro a él. Cada uno, sujetando un extremo del palo, levantaron el burro hasta los hombros. Continuaron el camino en medio de la risa de todos hasta que llegaron al puente que los separaba del mercado.
En ese momento, el burro desató una de sus patas y le dio una patada al niño, haciéndolo soltar su extremo del palo. En la lucha, el burro voló sobre el puente y fue a dar al fondo del río.
—Eso les enseñará —dijo un anciano que los había seguido.
Moraleja: No hay que tratar de complacer a todos, pues cada persona tiene sus propios criterios y opiniones. Simplemente se debe vivir para ser feliz.
Aprendizaje y conclusiones
Una enseñanza transmitida por medio de fábulas, dirigida a niños de primaria, surte mayor efecto que un consejo directo. Los niños aprecian más lo que aprenden y lo recuerdan por largo tiempo si hay historias creativas involucradas. Los padres deberían sacarle el máximo provecho a estas fábulas para niños infantiles cortas y fomentar valores en sus hijos.