Mejores Fábulas Largas
Son varios y diversos los medios que las personas pueden usar para impartir enseñanzas y valores fundamentales. Uno de los más efectivos, especialmente en el caso de los niños se basa en fábulas largas. Estas contribuyen a la creatividad y van estimulando su reflexión, además de incentivar a la lectura en su crecimiento intelectual.
Fábulas largas
Aunque, por lo general, se conocen las fábulas como relatos cortos, las fábulas largas también contienen gran enseñanza. Son muy divertidas y persiguen el mismo propósito, el cual es inculcar valores y principios éticos. Para ello se utilizan personajes a los que se les da vida o se humaniza, entre ellos animales y objetos.
El ratón y el queso
«Érase una vez un ratón bastante comelón amante del queso, pero era un poco torpe para poder conseguir su alimento. Un día, no tenía reservas de comida por lo que tuvo que salir apresurado a las cercanías del mercado a ver que podía conseguir con tal de alimentarse. Preferiblemente queso, pues era su plato favorito.
Llegó a un puesto de venta de quesos, había de todos los tipos y clases, era el paraíso del pequeño ratoncillo. Al ver semejante manjar, tomó la decisión de esperar un descuido del vendedor, para poder abalanzarse y robar todo el queso que pudiera.
Y así fue, en el mínimo descuido del vendedor, el ratoncito se lanzó sobre la cesta en donde estaban los quesos más deliciosos y costosos, pero su torpeza provocó una estrepitosa caída que terminó por acabar con todas las cestas del lugar, por lo que inevitablemente el vendedor se dio cuenta.
De inmediato agarró un palo para perseguir al ratón que lo acababa de robar, y el pequeño roedor no le quedó más remedio que escapar con apenas un trocito de queso que logró salvar luego de su tormentosa caída.
Había corrido tanto el ratoncillo, que se le despertó una sed tremenda. Por lo que aprovechó su paso por un río que estaba en la zona para ir a tomar un poco de agua. Cuando se disponía a hacerlo, observó a otro ratón en el agua que tenía un trozo de queso igual al suyo en la boca, no se trataba más que de su reflejo, pero su torpeza no le permitió percatarse de eso, y pensaba que era otro ratón. Al ver la situación, decidió arrebatarle el trozo de queso al ratón que veía en el reflejo y, para su sorpresa, resultó ser él mismo. Lo lamentable fue que se quedó sin el único trozo de alimento que había logrado obtener de su fechoría”.
Moraleja: La avaricia y el deseo por tener siempre más pueden llevar a las personas a no valorar lo que tienen. Hay quienes llegan al punto de perderlo todo y quedarse sin nada en absoluto, como resultado de cometer muchos errores. La codicia solo produce malas consecuencias en la vida a quien la siente.
La gaviota y la flaminga
“Érase una vez, en una época cercana a los carnavales del floral, unas amigas que se encontraban disputando el título de la reina de dichos carnavales. Todas anhelaban el hermoso vestido blanco con capa roja que lucirían en caso de ser electas; y ni hablar de la corona, con muchos metales y piedras preciosas que las haría lucir como todas unas hermosas reinas.
La gaviota era más pequeña, descolorida y tímida que la flaminga, que como sabemos es alta, rosada y bastante elegante. Dadas sus facultades físicas, que la hacían muy atractiva a los ojos de todo el floral, la flaminga asumía desde mucho antes del concurso que iba a ganar el preciado premio. Constantemente vociferaba a sus amigas con mucha egolatría:
-¿Han visto a la gaviota que representa mi competencia? ¡Qué va! Ella es fea, pequeña y no tiene gracia. No sé por qué se postuló al concurso, si está más que seguro y previsible que ella va a perder. Pero bueno, hay que dejarla ilusionarse por unos instantes, igual esa corona será mía y yo seré la nueva reina de los carnavales del floral.
Llegó el día del esperado concurso, la gaviota se encontraba muy nerviosa, pero no perdía las esperanzas de ser la reina de los carnavales y lucir el hermoso vestido típico de ese tipo de concursos para quien resultara ganadora.
La flaminga por su parte, se encontraba más que segura y confiada con que sería la ganadora. A su juicio, la gaviota era muy fea y desagraciada como para merecer aquella corona. Por lo tanto, los nervios no eran parte de su agenda en ese momento.
Así transcurrió el concurso con todas las pruebas que las candidatas tenían que presentar. Para la sorpresa de todos la gaviota logró sobresalir en todas ellas, con su gran inteligencia y carisma, dejando una muy buena impresión en el jurado evaluador del concurso, que más tarde se dispuso a deliberar quien sería la ganadora.
Al momento de dar la decisión, todos quedaron boquiabiertos, especialmente la flaminga; pues la nueva reina de los carnavales del floral era la gaviota. Logró conquistar a todos con su carisma e inteligencia, por lo que coronarse no había sido una tarea tan difícil.”
Moraleja: Cuando la gente se deja llevar solo por las apariencias, puede perder de vista todo lo que es de mucho más valor. Las cosas importantes, en las que deben fijarse, son los sentimientos y las cualidades internas. Nadie debe juzgar a otros por lo que ve en su apariencia física, sin examinar su corazón, pues dentro hay mayor valor.
La rosa, el clavel y el girasol
“Érase una vez, en un jardín, un grupo de amigas que estaba conformado por una rosa, un clavel y un girasol. Estas tres flores parlanchinas y creídas eran muy conocidas en el resto del jardín, por su actitud de superioridad antes las demás flores.
Un día cualquiera, se encontraban juntas al momento que pasó frente a ellas una margarita. A lo que estas la vieron, comenzaron a susurrar: Mira, ahí va la más pálida y fea del jardín.
Constantemente solían mantener muchas burlas para el resto de las flores que vivían cerca de ellas, sin estar conscientes de que también tenían sus defectos como cualquier otra.
Hasta que un día escucharon una conversación entre varios jardineros que aseguraban que todas las flores del jardín eran necesarias para poder hacer hermosos y variados arreglos. En ese momento la rosa, el clavel y el girasol se dieron cuenta que la margarita, aquella que llamaban fea y pálida, era tan necesaria como ellas”.
Moraleja: Las personas no deben pensar más de sí mismas de lo que es necesario o llegar a creerse mejores que otras. Aunque hayan diferencias, cada individuo necesita de otros para realizar ciertas labores, por eso tienen que valorarlos. Toda la gente posee cualidades que se deben apreciar y que son útiles.
Los celulares
“Un día, en una reunión de celulares de última generación que se encontraban disfrutando de los avances tecnológicos, se acercó un pequeño grupo de teléfonos analógicos que no contaban con todos estos elementos desarrollados de la tecnología, a observar de qué iba la fiesta.
Uno de los teléfonos analógicos presentó un desmedido interés por formar parte de aquel selecto grupo de celulares modernos, por lo que decidió abandonar a sus semejantes y unirse al fiestón que se estaba llevando a cabo. Para su sorpresa, los teléfonos inteligentes se burlaron y lo rechazaron inmediatamente porque no querían que formara parte de su grupo, ya que no contaba con las características típicas que ellos sí tenían.
En vista de la situación, muy avergonzado, el celular analógico regresó a su grupo habitual. Pero para su sorpresa, éstos le dieron la espalda por traicionar su amistad y querer formar parte de otro grupo al que no pertenecía originalmente”.
Moraleja: No es bueno que las personas se dejen deslumbrar por los que ofrecen algo mejor de lo que se tiene. Es mejor valorar lo que se posee, porque por ambiciosos muchos individuos han perdido todo lo que tienen. Así mismo, no debe sentirse vergüenza o pena por los orígenes que se tiene, o aparentar algo que no se es.
Aprendizaje y conclusiones
Usar fábulas ayuda a que las personas reciban y acepten algunas enseñanzas sin muchas complicaciones. Esa constituye una manera sencilla, y hasta divertida, de inculcar valores importantes que le son útiles a la sociedad en general. Aunque pudieran pensar que las fábulas son solo para niños infantiles, encierran una sabiduría que es aplicable a todo tipo de personas.
Claro está, de forma más directa estas historias graban en los niños lecciones de autenticidad, gratitud, humildad y amabilidad.